jueves, 28 de agosto de 2014

PODEMOS Y LA IZQUIERDA Tod@s para tod@s y Wily Toledo.



Después de leer las críticas de Wily Toledo a PODEMOS, que son también, de paso, al 15M, no en un twitt, sino en un largo artículo, me gustaría dejar claro que son legítimas, que son útiles, pero que no las comparto.

 Son legítimas porque quien las emite merece mi respeto como persona, como profesional y como hombre coherente con unas ideas que, aunque no las compartiera en su totalidad, son respetables en si mismas, pero además son coherentes con la andadura de quien las emite. 

Son útiles porque siempre es útil pensar que hay otro punto de vista, que hay que ratificar cada día lo que pensamos con la realidad, y dentro de la realidad, de la más cruda, y no fuera de ella, ha estado combatiendo siempre Wily Toledo.
Otra cosa es que, aunque esté de acuerdo en la mayor parte del análisis, lo esté también con la  visión de Wily, con sus juicios sobre PODEMOS, porque no lo son. No son juicios, son prejuicios, son especulaciones, son juicios de intenciones, que, al menos yo,  no prejuzgo malintencionadas.

           Podemos es hoy una apuesta, una fuerza que se definirá –en futuro- sobre todo por un método para lograr unos objetivos compartidos. Es ahora, sobre todo, ese método lo que se está discutiendo, de la manera más abierta y participativa que hoy es posible.
Se definirá – o eso espero- por el objetivo amplio, pero muy fácil de concretar al mimo tiempo,  de lograr la efectividad de todos los Derechos Humanos, y la supervivencia del ser humano junto al resto de especies y de la vida en el Planeta.  Las críticas de Wily provienen del prejuicio de que eso no será así. Como él mismo dice, analizando lo que sí y lo que no hará PODEMOS, el tiempo lo dirá. Bueno, el tiempo y lo diremos nosotr@s. Él mismo está diciendo, está influyendo, aunque con los dos píes ya fuera, -según dice tuvo sólo medio pie dentro-, pero siendo escuchado más que ninguno de los que hoy estamos en PODEMOS.
Pero si son prejuicios, ¿por qué son útiles estos prejuicios?. Porque sirven para vacunarnos del exceso de triunfalismo de algunos, o de muchos, en cuanto vemos una salida posible, a una derrota que hasta ahora ha sido permanente. Sin embargo, la vacuna es una pequeña dosis de la enfermedad, vencible por los anticuerpos que el sistema inmunológico genera. Si la enfermedad fuese el triunfalismo, la respuesta debe ser el trabajo humilde y abierto con todas y todos los que quieran aportar. Es una advertencia que, como tal, no conviene tenerla por nimiedad, generando defensas contra quien no es el enemigo. Para mi Wily, ni los que piensan y actúan como él, nunca serán el enemigo. Es absurdo que a mi nadie me dé a elegir entre Susana Díaz o Pedro Sánchez y Wily Toledo, porque aún no tengo edad para tener cataratas. Ni veo a la caverna detrás suyo, ni a los intereses de burócratas acomodados en el sistema. Una de las virtudes que espero tener, y aconsejo, es no confundirse de enemigo. Nadie que haya estado, por ejemplo, en la puerta de una familia defendiendo su vivienda es nuestro enemigo. Aunque después sea desagradable lo que diga de esto o de lo otro.

Dejando de hablar de las críticas de Wily, quiero hablar de PODEMOS y de  ese nosotr@s, al que se refería Julio Anguita en su magnífico artículo de hace unos días.

PODEMOS es hoy sólo una esperanza, la que siempre anida en el pueblo cuando piensa UNIDO, sin estar condicionado por banderías, sin miedo a pensar, sin miedo a hacer lo que sólo al pueblo, colectivamente, siendo pueblo, le interesa. Me pregunto si esto, realmente, ha ocurrido alguna vez en la historia de la Humanidad.

Muchas veces, casi siempre, nos separan dos cosas, los símbolos y el lenguaje. Estamos condicionados por los símbolos (banderas, siglas, líderes) y las palabras que hacen posible comunicarnos y equivocarnos. Encontrarnos y separarnos. Cuando además algunos plantean cambiar las palabras para llegar a comunicar más y prescindir de banderas, siglas y líderes, aparece el miedo en quienes tienen muy estudiado como usarlos para someternos, y en quienes se atrincheran en palabras sagradas que hace tiempo no definen casi nada. Palabras que no sirven porque confunden, porque dividen, porque excluyen. Decir que se es de izquierdas, estaba muy bien cuando sabíamos lo que significaba, cuando no inducía a error. Hoy es un cajón de sastre donde cabe casi todo. Es un desastre para comunicarnos, para unirnos, para simplemente hablar hasta entre los que siempre nos consideramos de izquierda. La palabra español, ¿significa lo mismo para un sufrido desahuciado de este país, que para la Infanta Elena, para los ladrones de EREs o Gürtel, o para los forofos de la selección?. La palabra obrero significa hoy muchas cosas, ¿todas son lo mismo que lo que era un obrero para Marx?.
El lenguaje evoluciona, sino ahora hablaríamos el Latín de Ovidio. Los símbolos son sólo eso, una representación de lo simbolizado. Pero son los contenidos lo importante, la sustancia y no el envoltorio. Las formas no siempre son el fondo. Ni los mensajes son la realidad que se quiere comunicar.

Hay otra cosa que nos separa: quien es el que se adueña del mensaje, quien se identifica con él. Viene al caso porque estamos TODOS al borde de un peligro: la monarquía del lenguaje, que nos lleva a identificar lo visible con lo real, a simplificar para mentir, hasta que la mentira se convierte en verdad. PODEMOS empezó siendo para muchos el partido de Pablo Iglesias. Si estoy en PODEMOS es porque sé que él  no lo cree y sé que luchará para cortar de raíz esa identificación. No es tampoco ninguna de las personas que lanzaron PODEMOS. No hace falta recordar lo importante desde el punto de vista político y mediático que ha sido Pablo, pero si cada persona en PODEMOS, no se siente con el mismo poder que Pablo, PODEMOS no existe.
PODEMOS somos, o seremos, la ciudadanía con el poder que nos corresponde, con eso que llamamos soberanía en la Constitución, con lo que hoy tiene la Troika.
Como ciudadano, cada uno y todos juntos, tenemos que tener una ambición enorme, una inteligencia y una audacia nunca vista, para soportar el lastre de siglos de obediencia ciega.
Eso ha hecho Pablo, Ada Colau, y cientos de miles que hemos dado el paso. No para él, ni para ella, ni tú para ti, ni yo para mí. Tod@s para tod@s.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pensar no es complicado. Lo difícil es darle la palabra al pensamiento.